6/29/2005

Se acabó el veinte. Subiré de nuevo al avión. Aunque la 'argentinidad' ---es decir: el peculiar acento (que aquí es de lo más normal), la comida bien servida, la gente, sus acciones, sus respuestas, la calle, el sistema de transporte colectivo, el humor, los viene viene, el paisaje, y, además de muchas otras cosas, la tele---, suele tener un dejo de precaución y hostilidad hacia el 'recién llegado', me he acostumbrado e, incluso, me ha llenado de satisfacciones y buenas impresiones. Me he acostumbrado. Si es que, con sólo un mes, uno puede agarrar costumbre. No obstante, y repito, a pesar de una agradable estancia, extraño, lo cual se me hace extraño, mi vida cotidiana. El mundo, el de-efe, gira, se mueve irremediablemente y yo me encuentro inmerso en una especie de letargo porteño. Quiero volver a la acción, a la realidad que me pertenece. Quiero dejar de gastar el dinero de mi madre y, mejor aún, quiero ganármelo y pensar en pagarle algún día, por lo menos pensarlo. Las vacaciones, la hueva disfrazada de experiencia o conocer, me crean un sentimiento de culpa parecido al del 'mantenido'. Y sí, extraño al taco y, para ser más específicos, a la tlayuda; es cierto, añoro una torta de tamal, pero lo que más falta me hace es el entorno conocido, la real costumbre, el giro que me da vueltas, la familia, los amigos, las calles que me deben de llevar a quién sabe donde.
Lo siento. Todo este discurso ha sido construido con la vena saltona de la nostalgia al borde de lo cursi, sin embargo, sí, me enorgullezco de cominicarles lo siguiente: Lector ---que sé que por lo menos tú, que en este momento lees, lo eres---, también a ti, te extraño.

6/28/2005

En qué momento se anunció que el gol de oro ya no existía. Odio, rabia. Resignación. La patria no es sólo el acento o la comida. No son cinco disparos a la red. Sin embargo, duele. El orgullo es un insecto que adormece, succiona la sangre, se desplaza y, mientras arrastra sus viscosas extrermidades, deja una mancha inexplicable que te identifica y, al mismo tiempo, te colectiviza. Ese insecto aparece en la distancia, aparece cuando se distingue del ambiente, cuando es hostil al entorno; y pica, lacera el pinche.

6/25/2005

Y por la rodilla sentía la comezón del mundo. Del mundo ---pregunta asombrado---, entonces qué hizo. La enterró ---responden las canas---, escarbó medio metro y, ahí mismo, la depositó con ese pie asomado. ¿La pierna doblada? Y la pierna doblada ---sentencian serias las canas---. ¿Por cuánto tiempo? La pierna sintió tanta frescura, rica y granulada humedad debajo de la tierra, la primera noche; pero, escúchame ---murmuran las canas---, al medio día, escúchame, al medio día ya no soportaba el ardor en su piel. ¿Y? Sacó, así es: sacó la rodilla y ya estaba cocida. Vaya ---exclama tranquilizado---, vaya qué alivio. Así es; por fin consiguió un bocado de carne suculente, el hambre ya lo corroía.

6/22/2005

Curanto y cerveza casera, espesa y negra. Bosque. Árboles enormes que se abren a mi paso. Terracería, lodo y un mapa manchado. Conmoción, tremenda y soporífera conmoción. La realidad, la insignificancia y, casi al mismo tiempo, grandeza, conquista de algo inexplicable, inasible, paradojicamente inadjetivable; el rostro quemado por la nieve. Kilómetros. Asma controlada, aguantada, una subida interminable. Por fin el asfalto. Respiración difícil, piernas entumidas, silbato en la garganta. Sudor, pero frío; hasta el hueso. Un kilómetro, angustiantes pasos hacia arriba, hacia el punto panorámico. Pasos, pasos. Jadeo. Pasos, pesados pasos. Jadeo. Silbato agudo. Garganta. Pasos. Frío. Metros. Bajada estrepitosa, anhelada. El corazón bota y a través de inmensos arboles se contempla el lago. El lodo entrañable permita un noble avance, por atrás las heladas montañas; de frente la niebla y el ocaso, bullicio, autobuses y una marabunta de adolescentes que se toman la foto para sus madres; yo también tengo madre, pienso, me detenego, pido un agua con gas, toso irremediablemente, aviento aire nostálgico por la nariz, siento el vapor que emana de mi cerebro y toso. Señorita, oiga, señorita: puede tomarme una foto aquí. Sí, con el Llao Llao detrás. Toso, mi garganta guarda cascajo, una llanta quemada y fierros oxidados, me duele. Click, estoy satisfecho.

6/19/2005

Demasiado tiempo para pensar. Nunca se acaba el diálogo interno, nunca me detengo y pienso, mente, ahora en qué será bueno pensar. Los temas son, irremediablemente, es cierto mente, los mismos; uno tras otro en movimiento constante, en espirales transparentes como los que aglomeran nuestras notas, en donde guardamos la pluma. Los pensamientos son el engargolado de nuestro cuaderno.
Y en esta reflexión adolescente, que adolesce, me levanto y empaco. Tomo la maleta. Imagino la nieve y esa montaña que, dicen, se refleja en un lago. Estornudo. Me siento resfriado, débil, una chispa aguda y oxidada perturba a mi garganta. Estornudo, pienso, estornudo. Hoy en la noche a la farmacia; mañana, a Bariloche.

6/15/2005

esta cerveza quilmes no es la octava maravilla como decían falta artera pero qué se puede hacer si las otras opciones son igual o peores ni qué decir de nuestro orgullo nacional esa tan horrible corona escupitajo al bofo que ni en la playa sabe bien pinches argentinos ahora si van a saber lo que es fútbol futbol que sí futbol sin acento lo malo es que son las chivas no claro que está bien once mexicanos once boludos mexicanos creo que me estoy viendo extremadamente nacionalista casi chobinista si es que existe esa palabra estos pibes se están alebrestando hace mucho que no duermo tal ves me falta un poco de una racion de de templeza yo ni siquiera le voy a las pinches chivas yo le voy a los pumas le digo a un pibe y me contesta con esa jeta de estudiante de la universidad católica me dice los pumas son de rugby los pumas son el universidad nacional le respondo la unam boludo no conocés de historia de latinoamérica no conoces a vasconcelos ni a hugo sánchez yo no le voy a las pinches chivas carajo por qué siento placer de su victoria pero qué avientan a la cancha pinche quilmes quiero victoria quiero león que nadie se entere que le fui al guadalajara a huevo alguna vez a huevo minuto treinta pinches pibes ahora si van a ver van a llorar no lo creeran soy un pinche nacionalista de mierda de hueva esto es un ejercicio de flujo de conciencia voy a escribir en mi blog puta porque justifico mis pendejadas y si lo escribo será peor porque me escudo con escudos soy un escudo con escudos tras escudos a qué le tengo miedo soy un escudo soy el gran escudo soy la gran hacha que se defiende cortando cabezas que desconoce soy la gran hacha que se protege y se afila mientras una de las hachas que la conforman piensa en la destrucción no qué azotado eso no ya están aventando proyectiles quieren que se suspenda tienen miedo a la humillación putos del boca hace mucho que no como tacos al pastor acá cuando alguien te hace un súper pancho quiere decir que te prepara un rico hot dog qué maravilla pinche quilmes me caga deberíamos no hacer tanto pancho y sí más jochos hace mucho que no veo los simpson se ha suspendido el partido pinche hinchada de mierda putos miedosos son una boludez no son más que pura faramalla puro barullo pendejo chinguen a su madre no mejor no digo lo que pienso putos es hora de guardar respeto al mexicano

6/14/2005

He tardado cuatro meses y por fin llegué a la última línea de Conversación en la Catedral de Mario Vargas Llosa. Nunca había convivido tantas madrugadas y tantos kilometros con una novela -con ningún libro-; es cierto, claro que he tardado más: por desidia o pérdida o aburrimiento o situaciones adversas pero, como ahora con la Catedral, nunca había experimentado el miedo al fin de un texto, el terror de contemplar cómo se deshace la última página en tus manos, cómo es que dejan de hablar esos, cómo es que ese mundo termina, nunca había prolongado la agonía. Y sí: se puede volver al principio y encontrar novedades, soprenderse con agrado, conocer al autor y sus técnicas pero, ya ha terminado, tarde o temprano tendrá que regresar a la oscuridad de un cajón apolillado de liberero. Era mi telenovela, carajo, puedo ser melodramático. ¿Y ahora, grito desde mi rincón en la cocina, dónde consigo otro Zavalita?

6/13/2005

El índice, esa área del libro que, en algunos casos, provoca el antojo, la salivación y, en otros, también sirve para cerrar el libro, esconderlo con miedo y esperar a que jamás vuelva a aparecer.
Esas líneas que advierten, que susurran: vení; que gritan: largo, no entenderás; que exclaman: zopenco.
Estás parado en una calle, acabas de salir de una reunión con el sabor a cebada entre el paladar y la lengua, y, de pronto, un airecito acaricia tu rostro, te invade, se te abre la boca del estómago y dices: allá, en la otra cuadra, venden unos ricos tacos al pastor. ¿Cómo sabes?, pregunta alguien, ¿cómo sabes, si jamás hemos estado por acá? Lo sé, dices tú, porque lo intuyo, porque siento el aroma que despide esa esquina y sé que son tacos y sé, además, que son sabrosos y la salsa es espléndida a pesar de que lleva tres días en el refirgerador.
Es decir. Ves humo en una montaña y aunque nadie te lo diga, lo sabes: algo se quema, es un incendio. El humo es el indicio de un incendio.
El índice, valga la redundancia, es el indicio del contenido del libro. El índice, entonces, base para comenzar un proyecto: el indicio de lo que será el resultado final.

6/12/2005

Esa vez, cuando nuestro sueño, hermano, cuando nuestro sueño era ser rockstars y viajar por el mundo, ¿te acuerdas?; esa vez, sé que lo recuerdas, se nos ocurrió llamarnos McFly en honor a Marty, en honor a su aventura por el tiempo y símbolo de lo que nos une, el lazo con el cual, aunque quisieramos nuestras cabezas sangrando por el piso de coraje, brincábamos de risa y el humor nos aliviaba, ¿te acuerdas? ¿hermano? Pues, hermano, nos han hurtado la idea; son argentinos: tocan techno ochentero, u ochentoso, y proyectan animaciones estridentes. Hermano, patentemos nuestros símbolos.

6/09/2005

Anuncio y Bastón Literario

Las porciones sin sentido, sólo por este mes, sólo junio, estarán aderezadas por grasa de bife de chorizo y patrocinadas por cervezas quilmes; es decir, porciones sin sentido, desde el barrio de Boedo, Caballito, Boca y anexas. O sea: el pinche Andrei y sus taimadas ocurrencias desde la Argentina, ¿viste?
Antes de contestar el bastón literario quisiera hacer un pequeño y cacofónico comentario respecto a las féminas que amablemente pueblan este territorio: son tan agraciadas que se pierde de vista el semáforo y la guía. Me fascina este país, sobre todo el café express en cada esquina, me fascina.
No aguantaba las ganas de gritarlo. Ahora sí:

El bastón literario ha sido enviado a éste, su blogger oaxaqueño, por el escritor, maestro y co-parroquiano GuillermoVega Zaragoza.

Estás atrapado en Fahrenheit 451, ¿qué libro te gustaría ser?
Me gustaría ser algo fundamental para un pequeño círculo, algo así como: "Cómo tocar el oboe. Nivel 2"
Así quién querría quemarme.
¿Alguna vez te enamoraste de algún personaje de ficción?
No, nunca. Yo no me he enamoré de la Maga, lo juro. Ni mucho menos de Alicia, se los juro, no soy pederasta; no me he enamoré de Lolita, ¿quién dice?
¿El último libro que compraste?
La ciudad ausente, del honorabilísimo Piglia
¿El último libro que leíste?
Farabeuf de Elizondo, Salvador
¿Qué estás leyendo actualmente?
Dublineses de James Joyce
Cinco libros que llevarías a una isla desierta:
Paradojicamente, el tomo de geografía de cualquier enciclopedia.
Antología del Humor Negro de André Bretón
Obras completas de Jorge Luis Borges
Historia del Arte de Ernest H. Gombrich
El Ingenioso Hidalgo Don quijote de la Mancha de Cervantes (a ver si en una isla desierta logro por fin leerlo, aunque, claro, me arriesgo a que no me guste y lo aviente al mar con plena satisfacción)

Todo por hoy.