12/31/2004

Bueno. Después de superar la congoja del tsunami asiático, dar vueltas y vueltas sobre mi cama, pensando en la insignificancia del ser humano y la trascendencia del mundo sobre todos nuestros proyectos, sueños y aspiraciones; he decidido no angustiarme más y estar contento porque hoy es año nuevo, día propicio para los buenos deseos y olvidar las penas y a toda la gente que muere de hambre, ya sea por desastres naturales o por, simplemente, suerte o modelos económicos desequilibrados. ¡Oh! Parece que otra vez comenzaba a exaltarme. No tomen en cuenta mi amargo sarcasmo y, en verdad, disfruten este día. Ojalá nos sirva para la reflexión acerca de lo que queremos de nuestras afortunadas vidas, claro, después de emborracharnos con la primera botella que se nos aparezca. ¡Paz y Novocaína para todas las almas justas!

12/30/2004

Trato en lo posible, cada que estoy aquí, de desconectarme del mundo, de los noticiarios nocturnos, los periódicos y el transcurso de, casi, todas las vidas ajenas a la mía. Sin embargo, hay 'detalles' que uno no puede soslayar así nomás sin reflexionar en torno a su trascendencia. Después de saber lo del sudeste de Asia, el sismo y el tsunami, no pude volver a concentrarme en las opiniones de Stevens a propósito de lo que significa ser un buen mayordomo (los restos del día, Kazuo Ishiguro). No entendía nada. Todo era tan... insignificante (Stevens, su padre, las guerras mundiales, Ishiguro, él escribiendo, yo leyendo, yo), que abandoné mi lectura y tuve que sentir escalofríos y darme cuenta de lo frágil de la existencia, aunque uno se esfuerce en importar. Somos tan insignificantes, vivimos tranquilamente, cotidianamente y de pronto vemos que dependemos totalmente de nuestro planeta, un micromovimiento y miles de vidas, con sus proyectos, sus pensamientos, su cotidianidad y su trascendencia, desaparecen y se convierten en un número trágico. No quiero verme demasiado ecologista pero: ¿No será nuestra culpa todo esto? ¿No estará en nuestras manos evitar ese tipo de catástrofes naturales? La verdad es que, una reacción así del planeta, supera las expectativas de cualquiera, de pronto todo pierde sentido y hasta encomendarse a Dios parece fútil. Es posible que exagere, sobre todo si se conoce mi sutil paranoia e hipocondría fehaciente, no obstante, imaginar un cambio en el movimiento de rotación de la tierra, a mí sí me quita el sueño y me hace sudar mientras abrazo a mi almohada, apago la luz del buró y pienso en lo que haré mañana para aprovechar mi corta estadía, aquí, en Oaxaca.

12/25/2004

" Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa.
Miedo de quedarme dormido durante la noche.
Miedo de no poder dormir.
Miedo de que el pasado regrese.
Miedo de que el presente tome vuelo.
Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta.
Miedo a las tormentas eléctricas.
Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla.
Miedo a los perros aunque me digan que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo de quedarme sin dinero.
Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera.
Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre.
Miedo a verlos morir antes que yo, y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine con una nota triste.
Miedo a despertarme y ver que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado.
Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado tiempo.
Miedo a la muerte.
Ya dije eso. "

¡No!, no es Pepe Aguilar. El autor es Raymond Carver (1939-1988)
(Poste publicado hace algún tiempo en nachon.blogspot.com;
tomado sin permiso para su exposición en este su tan concurrido sitio, pues a parte de que a mí me gusta Carver, ¿a poco no se presta para la reflexión en época de año nuevo?)

12/21/2004

De regreso a casa una vez más. De regreso y por cierto: ¿cuándo dejará, Oaxaca, de ser mi casa? ¿Cuándo le agarraré cariño a este humilde y tierno apartamento que me contempla cada madrugada y me ve amanecer cada mañana? ¿Cuándo a esta ciudad tan acogedora, rozagante y prospera? ¡Ay! Al menos por ahora no es así. Pero. Pero: prometo que ése será uno de mis doce deseos frente a las uvas a las doce de la noche.
¡Ah! por cierto. Ésta es mi última madrugada, de este año, en la ciudad de México. Lejos de alegrarme, me hace salivar con melancolía. Otro año más aquí, pienso, sonrío y, francamente, me emociona imaginar que el próximo año pueda decir lo mismo: otro año más aquí. Y así sucesivamente hasta quién sabe cuándo.

12/19/2004

No más ficción (primera parte)

Entré al Centro Coyoacán, hoy, sí, hoy en la noche, en plenas épocas decembirnas-disparatadas-despilfarradoras-endeudadoras. Sí, realmente, ingenuamente no sabía en dónde me metía. Es posible que no advirtiera el peligro debido a que el año anterior, en ese mismo sitio, esta sensación simplemente no me embargó. Entré y en vez de huir, cerré los ojos y fui hacia donde tenía planeado comprar. Intenté en verdad no abrirlos, pero es muy difícil caminar sin la vista, así que,en cambió, opté por no oler nada. Me escabullí a través de guapas señoras con hijas guapas con bolsas con ropa con su status quo (ignórese y contnúe con el relato), subí por las escaleras eléctricas, no hice caso a las alucinantes ofertas, ni a las nobles y generosas promociones. Sólo iba por una razón y no tenía porque detenerme. Todas las demás personas me irritaban. No podía asimilar tanta felicidad en tan poco espacio. ¡Estaban a un ápice de detenerse todos y ponerse de acuerdo para cantarme jingle bell, en inglés y con coreografía y con nieve cayendo del cielo y con su status. Aceleré mi paso. Antes de entrar a la tienda a la que iba me puse a pensar en esa sensación de ira que contenía. ¿Por qué hace un año no sentí lo mismo? ¿Habré sido uno más bailando de tienda en tienda, feliz, gastando el aguinaldo de mi mamá? ¿Acaso estuve adherido a ese malsano apogeo, cegado por las insoslyables ofertas decembrinas? Me detuve, en serio me detuve. A punto de preguntarle al señor a mi lado, estuve. A punto de preguntarle si a él le pasaba lo mismo y por eso permanecía estático frente a la puerta del establecimiento, igual que yo. A punto estuve. Imaginé sentirme identificado con ese mostachudo tipejo, cuando salió una señorita que le pidió llevarle a comprar un helado. Me quedé sólo con mi interrogación. De pronto sentí que extrañaba. ¿A quién? ¿A mi familia? ¿A mis amigos? ¿A mi novia? ¿A ti? ¿A mí? Sí. La diferencia entre hoy en la tarde y un año antes es que hoy fui a comprar solo. La vez pasada fui acompañado y era realmente feliz, feliz. No tenía tiempo de detenerme a pensar cosas tan absurdas puesto que disfrutaba con mi linda compañía. Hoy no está y no está nadie. Pero no sólo la extraño a ella, me extrañé a mí un año atrás: Estaba muy bien conmigo, tenía una novia que me encanta, había obtenido éxitos, incluso premios, la escuela no era una desesperada proeza, la liquidez estaba a flor de piel y la vida auguraba fértiles proyectos y opulencia garantizada. Caray, se necesita ir solo de compras para notar la alienación consumista en la que nuestra sociedad está inmersa -cliché-, y de repente encontrarte, estático frente a un aparador, reflexionando sobre tu vida. Ni siquiera unos tenis nuevos lograron sacarme de mi trance -no soy tan materialista como creí-. Salí de la tienda con mi ensalzada bolsa y pensé en que soy un pesimista y que, afortunadamente, me encuentro bastante lejos del conformismo. Sólo, y solo, espero que el próximo año no me sature de nueva cuenta esta ira, que les juro que estaré a punto, pero a punto de no volver a comprar mis tenis en esa tienda.

12/12/2004

Por si a alguien le interesa

Ulimamente he estado reflexionando acerca de la existencia de este espacio. No sé si realmente alguien lo visite continuamente. No sé si sea necesario un lector para escribir. No sé si sea sensato detenerme a refelexionar ese tipo de arrogantes cuestiones. La verdad es que sólo justifico mi falta de producción y el cambio que está a punto de sufrir esta página, pues, como si a alguien le importara, de ahora en adelante se tratará de un mero ejercicio de estilo, espacio de refelexión e intento de análisis de lo cotidiano -ya sé que siempre me escudo en los intentos, en lo seudo, etc. ¿Pero, qué más se me puede pedir si siempre le he temido al rechazo y al fracaso? (he aquí su nuevo escudo, se dirá)-. Al iniciar este 'blog', lleno de ilusión, imaginé que llenaría de mi poesía la web y las mentes extraviadas juzgarían el sentido de mi existencia. Temo, o más bien me alivia saber, que este tipo de espacios no sirven para publicar lo que nadie te publica, sino para exponer tus curiosidades, no es para encuerarte sino para hacer ejercicio -alguien entenderá- . Por eso y muchas cosas más, el giro es irremediable, esto ya no puede ser una antología de retazos de mi disco duro, tiene que ser una sartén de mi cerebro, tiene que ser un escupidero, una brocha gorda, un cincel aventado en un jardín de estaño; una bitácora, pues, un pretexto para excribir sobre...¿acaso tiene importancia preguntárselo? ¿A ti te importa?

¿Porque este cambio tan mamón? Como quiero terminar temprano hoy, lo resumiré en tres puntos.
Primero: en este momento, y no sé si algún día..., no hay material suficiente para estar subiendo textos, que valgan la pena y provengan de mi perniciosa capacidad para sentarme frente a la computadora; y puede llegar a ser irritante sólo poner fragmentitos, como si a agluien le interesara robarse mis ideas enteras, y sin embargo, el riesgo es latente.
Segundo: porque si no se escribe de forma cotidiana no tiene sentido publicarlo en un blog, y como el primer punto ya fue explicado, lo que queda es actualizarlo con comentarios exentos de un género, sólo de un estilo y calidad, que añoro conseguir. Repito: no se trata de encuerarse sino de hacer ejericicio. Si alguien quería verme desnudo, que se espere hasta que por lo menos no sea desagradable lo que vea. ¿No es así?
Y tercero, aunque nunca me he considerado un borrego, debo aceptar que he visitado otros blogs y me he dado cuenta que no es por ahí. Actualmente muy pocos lo utilizan para presumir a sus amigos que se escribe poesía, y adoptan un papel más lúdico, o mejor dicho menos formal, menos minucioso y más ocioso.
Éste es el primer paso: hoy escribo sobre lo primero que me pasa por la mente: dejar de subir textos escogidos: arrojarme a la improvisación: escribir: pasar el rato. (No confundir con escribir por escribir)

Para qué más explicaciones. Si nunca te ha interesado mi blog, menos ahora. Si de alguna forma algo te ha llamado la atención, es momento de conocer al incauto personaje detrás del teclado. Es así como, de una buena vez, inauguró las actividades del nuevo y restaruado 'porciones sin sentido'. Me repito: ¿Acaso a alguien le importa? De todas formas tenía que explicármelo para entenderme.

12/02/2004

Es bueno dormir. (fragmento)

De pronto, se asombró de la conducta que mostró la marabunta al sonrojarse una tenue luz clavada en el nicho. Pararon en seco las bestias y se miraron unas a otras, percibieron sus hedores, buscaron manchas en la piel y se hicieron muecas. Hablaban solas y él decidió observar.
Mientras, un río monstruoso, metálico, avanzaba desesperadamente enfrente, rugiendo y sacando nubes que apestaban a petróleo. Él se aterró del poder del nicho de luces.
Amarillo: el río amplio, enérgico, baja la velocidad y el empuje provoca una espuma de polvo y humo negro. El río emite gritos desgarradores, agudos.
Rojo: el río se detiene absolutamente y ruge, acecha al nicho y palpita esperando de nuevo el avance. Entonces, la marabunta de casimir retoma fuerza de altamar y con extraordinaria y peligrosa dinámica enviste su cauce hacia quién sabe dónde. Él, con gran voluntad, lo esquiva manteniéndose estático. Se mantiene observando.
Verde: después de segundos, el río reacciona, vuelve a emitir esos sonidos de dolor pero recupera la energía, la velocidad y el curso. Deja una estela gris que da la bienvenida a un nuevo río, aún más feroz.
Todo vuelve a repetirse. Amarillo rojo verde amarillo rojo verde amarillo rojo verde.
De súbito, él recordó que su mujer le había prometido una torta de tamal de mole negro y un atole de fresa a su regreso. Con mucho esfuerzo y resignación, se reincorporó a la marabunta, se transformó en una bestia más y lo supo, lo aceptó tragando saliva polvorienta.