10/31/2006


"A las 18:00 hrs del 30 de octubre cerca de 80 personas [entre ellas el pinche Osvaldo, amigo que se le puede observar al centro de la imagen] se concentraron en Plaza la Iéna a media calle de la embajada de México en Paris, para exigir al gobierno de Vicente Fox que pare la intervención de la PFP en el estado de Oaxaca, que detenga la represión en contra de los miembros de la APPO; se gritaron consignas "Ya cayo, ya cayo, Ulises ya cayó" y el grito más recurrente de los manifestantes fue el de ASESINO, refiriéndose al gobierno de Ulises Ruiz Ortiz solapado por el presidente Vicente Fox. La manifestación estuvo todo el tiempo rodeada por un centenar de polícas anti-disturbios que obligaron a los manifestantes a retirarse de enfrente de la embajada e irse a la plaza antes mencionada.
"Después un grupo de manifestantes fueron al edificio del Periódico Libération a hablar con los editores en jefe de éste rotativo para exigir que cambie su línea editorial con respecto a las notas que pública al referirse a los acontecimientos en el estado del sur del país." (La nota fue tomada de indymedia.)

10/30/2006

Pues ya está: se ha resuelto el problema de Oaxaca, se escucha, ha terminado. Sentimos que, al contrario, el problema es profundo: apenas comienza. ¿Qué puedo hacer yo? Pues sí, escribir, escribir con toda la emoción que contengo en el estómago.
Siempre he pensado que los seres humanos somo generosos, que la vida es sobrecogedora y por lo tanto, a pesar de todo, debemos ser felices. A pesar de que el individualismo al extremo es el camino. Que la humanidad avanza hacia la desigualdad total y es irreparable, infrenable, inobstaculizable. Que el mundo global y, al mismo tiempo, egoísta, es infranqueable. Que el ser humano camina hacia la uniformidad de ideas y, paradójicamente, al excluyentismo, en donde el resto de la humanidad no sólo no importa, apesta. A pesar de todo eso, que yo veía irremediable, habría que amanecer con ánimo, pensaba, es la época que nos ha tocado. A pesar de mi ascendencia reflexiva, internacionalista, combativa y social, he sido un cínico. Hoy amanece y me siento distinto. Imagino que sólo han exprimido un barro, la grasa podrida de este mundo enfermo es abominable, hay arterias a punto de taparse; sólo se ha apretado un barro y, entre tantas lonjas, volverá a hacer erupción, ahí mismo o en otras partes. Veo un mundo convalesciente, Oaxaca es un síntoma. Veo formas que caducan, el Estado de Oaxaca es un poco de moho. Carajo, hoy me siento más oaxaqueño que nunca, más ser humano que nunca, y hoy, más que nunca, mi optimismo es insoportable pues, ebrio de ingenuidad, o inocencia, veo que este mundo puede ser diferente.

10/29/2006


Se trata de un acto en Madrid, hoy, por Oaxaca.

¡Cuánta tensión!
Todo Oaxaca oye en este momento Radio Universidad.
Si no fuera por Indy Media en internet, yo ya me hubiera jalado los pelos. Sigo la entrada de la PFP en vivo, siento escalofríos intensos. Me concentro en visualizar lo que escucho. Siento lagrimas en la garganta, gritos en el estómago, puños tensos en el pecho.

29 de octubre de 2006. Oaxaca le habla al mundo.
Me despierto. Barro mi casa. No controlo mi ansiedad. Decido caminar, abro la puerta y no hace tanto frío como ayer. Pienso en gritar, no puedo gritar, mi voz se apaga. Salgo a la calle. Cierro la puerta. ¿Retroceder o permanecer? Eso ha de preguntarse la gente en Oaxaca. Camino, pienso, la gente que quiero tiene miedo, está indignada. El pueblo de Oaxaca se siente humillado, resentido, desean darle una lección de resistencia pacífica al mundo. Mi repudio total a la entrada de la fuerza pública en la ciudad de Oaxaca. Mi repudio a Ulises Ruiz y sus abyectos mercenarios, sus provocaciones y su estirpe, causa real de todo esto. Mi repudio total a la política mexicana, a esa especie que ensalsa leyes incoherentes, protocolos anquilosados, falsas ideas de instituciones democráticas; democracia ausente por encima de sangre derramada en la ciudad más bella del mundo.

Entro a un café internet. Rodeado de una docena de personas, me siento infinitamente solo. No estoy aquí. En el colmo de la exhibición, asumo mi impotencia ante ustedes. Quizá habría hecho mejor al intentar a toda costa arribar a mi ciudad. Quizá haría mejor en ayudara a la APPO a buscar a Ulises. Quien lea esto en el extranjero, asista a las marchas en contra de nuestro gobierno. ¿Cómo gritarle a Fox que es de la peor de las mierdas? ¿Quién tiene el teléfono de Abascal? Lo único que puedo hacer es mandar mails y escribir en mi pequeño blog. ¿De qué sirve?

La rayuela de hoy en la jornada:

"Ventajas del puritanismo. Se desgarran las vestiduras ante conductas sexuales heterodoxas, pero consideran éticamente intachable el sostener a mandatarios matones."

10/27/2006

Hoy en la noche iba hacia Oaxaca. Es inútil ir, no me van a dejar pasar, ya están cerradas las carreteras. Siento una frustración distinta a la común, ¿es frustración o miedo?, ¿es frustración o impotencia? Este será un fin de semana largo. Oaxaca, lejos, y yo, acá, en la nada.

10/20/2006

Nunca antes me había sentido tan lejos de Oaxaca como estos días. Escribo sobre eso, precisamente, a distancia. Adelanto cuatro líneas:

1.- En Oaxaca, darle causa a los conflictos por medio de las instituciones significa algo así como echar mierda sobre la mierda que apesta. El problema en Oaxaca son, de raíz, las instituciones, y sobre todo la creencia en ellas; éstas en Oaxaca, siguen siendo las mismas que en el resto del país creen haber derrocado desde hace veinte años.
2.- Decir que la intervención de los organismos federales, para resolver el conflicto, es herir la soberanía del estado de Oaxaca, es del peor sarcasmo que he escuchado; pinches derechistas no sean manchados. Ahora resulta que vivimos el federalismo en carne propia.
3.- Se ha perdido muchísimo dinero, lástima que la conciencia que se ha ganado no dé para tragar. Y cuando digo conciencia, no hablo de seudorevolucianarios que aprovechan el desmadre para satisfacer sus impulsos, sino de señoras que por fin han escuchado que su voz suena, que suena aunque nadie atienda. Y cuando digo dinero, bueno, me refiero a todo tipo de dinero.
4.- La caída de Ulises Ruiz sí soluciona el conflicto. No se trata de la banda que sale en los medios de comunicación. Se trata de una sociedad harta de estar rezagada, no sólo en educación (bueno, los maestros no han ayudado mucho, pero la política económica del país, del mundo, menos; y mucho menos ha ayudado la desigualdad social del país, y la apatía de los demás estados frente a Oaxaca, pues, como estado que aporta muy poco al erario, sólo hay que ponerle atención cuando la gente se pone loca). Y la caída no como persona, sino como simbolo del viejo priísmo que creen desaparecido en el resto del país, como simoblo de prácticas autoritarias, de los pésimos gobiernos, de las decisiones tomadas con injusticia, de la prepotencia frente a una población maleducada y desinformada, como símbolo de sonrisas cínicas dirigidas al poder real. De lo contrario, toda esa sociedad, los que no son la APPO y sí están en contra del gobernador y los ex gobrenadores que deberían someterse a jucios políticos, de lo contrario, decía, esa sociedad quedará frustrada y en estado de putrefacción, disfrazada, o diría mejor, aromatizada con encantos democráticos. Que Ulises Ruiz pida licencia no quiere decir que caerán los demás, nadie se preocupe, no todos los estados son Oaxaca, no todos los estados están resentidos contra el país, las fermentaciones sociales no son variables macroeconómicas, no en todos lo estados se percibe un aire de futilidad, e indiferencia, respecto al rumbo que se toma desde el centro, entiéndase como ocho o nueve personas.

10/18/2006

Este domingo tuve que ir a la oficina. El taxista cobró treinta pesos y yo sólo tenía un billete de cien. (Los domingos me despierto a las once de la mañana. Me tomo un café, hojeo revistas, leo y, a las doce, si juegan los pumas, veo a los pumas, si no, sigo leyendo hasta que me agarre de nuevo el sueño.) No tengo cambio, dijo el taxista. Qué pinche sol, dije yo, ¿qué?, ¿no va a cambiarlo? No puedo bajarme de la unidad, dijo él, cámbielo aquí en el vips. (Luego me gusta salir a caminar, por lo regular en busca de comida, los domingos las calles de mi colonia están solas; tal vez por eso me agrada.) Bajé encabronado del taxi, ¿me cambias este billete?, le dije a la cajera. No tengo, respondió con una sonrisa, además tendría que consumir. Salí del pinche vips y me topé con seis dark vaders que me saludaron. Saludé, ¿tendrán que me lo cambien? Ninguno hizo caso. (Algunas veces ni siquiera tengo hambre pero mi cuerpo me pide caminar, camino, camino por la sombra, por el pavimento y pienso en qué hacer por la tarde.) Regresé con el taxista y le dije: nadie me lo quiere cambiar, qué pinche sol hace, ahí palaotra, ¿no?, ¿cómo ve? El taxista, que cantaba a todo volumen el cubo de caló, le bajó al estéreo y dijo: ahí en el office, miré. Carajo, grité hacia mi estómago acalorado. (Así que después de caminar vuelvo cansado a mi casa, pongo la mesa y como de lo que haya encontrado, que casi siempre es un pollo rostizado, termino y veo hacia la pared.) El sábado en la noche había visto una obra de teatro: el miedo a los golpes; no sé que tenga que ver pero al momento de ir hacia el office max, unos diálogos de la obra cruzaron mi mente y me eché a correr al estacionamiento del edificio, con el cubo de caló a todo volumen al fondo, para mover el cubo basta ya, me escondí y luego subí a mi oficina. (No veo la tele, quizá me acuesto en la cama a ver la pared, me preparo un café y, casi por lo regular, me levanto para ir al cine o dar vueltas como idiota en alguna plaza.) Terminé lo que tenía que hacer en la oficina y apareció un temor raro: ¿y si bajo y ahí sigue el pinche taxista y, mientras canta la del pinche capitán, me cobra setecientos varos? Ya ni siquiera con el de cien me alcanza, pinche cajera del vips, pensé, me lo hubiera cambiado, pinches dark vaders, pinche capitán. Decidí no salir de la oficina hasta más tarde. Dos horas después el temor se multipilicó, pinche taxista, pensé, a estas alturas ya han de ser mil pesos y lo peor, el tape de caló ya debe haber terminado; así que una de dos: o ya puso uno de los hombres ge, o lo está escuchando por tercera vez y cada que escucha el rap del cubo, se acercenta su rabia y fortalece su espera. (Regreso entonces del cine o de caminar como idiota, me vuelvo a acostar en la cama, pienso en la dura semana, me resigno a confrontarla, a la semana, comienzo a desear que un nuevo domingo aparezca por las sábanas y, con toda tranquilidad, me duermo.) Pasó otra hora y pensé: cuánto le deberé ya a ese pobre taxista; debería estar de regreso en mi casa, recostado leyendo, o con los pumas corriendo por la tele. Bajé y, sin ver, corrí, corrí hasta llegar a la cineteca.

10/15/2006

Ahora que fui a Oaxaca, además de sentir miedo en la noche, ver las barricadas resguardadas por mi plomero y el que le abre la puerta a mi hermano en el trabajo, por decir algo, escuchar a los helicópteros, los aviones de la marina, ver las paredes pintadas por taggers con conciencia social, escuchar cohetones y en la radio a señoras llenas de rabia reclamar contra el gobierno, a niños cantar trova uruguaya y a viejos pedir a Dios que los dejara ver un cambio real en este, así escuché, neoliberal infierno. Además de ver, aún así, o por eso, el azul eléctrico del cielo con más intensidad que nunca, oler los anafres lejanos y el pan de yema cercano, además de ver a mi primaria desolada y polvorienta, igual que cuando ahí estudiaba. Además de limar tontas asperesas con uno de mis mejores amigos, carcajearnos y casi volver al idealismo y luego no, además de escuchar cómo una pareja de treinta o más años de casados se conoció, además de escuchar a mi sobrina reír y hablar, comunicarse, además de hablar de libros y tomar cafés interminables con mi mamá. Además de todo eso, mientras recorría la ciudad con mi hermano, como pretexto para platicar a solas, en una de esas me preguntó: oye Andrei, el día de tu cumple, ¿te acuerdas que vimos La Vida Acuática con Steve Zissou?, es cómica, ¿no?, nos cagamos de la risa pero por qué cuando Bill Murray ve al tiburón jaguar, Andrei, ¿por qué lloramos?, no entiendo, ¿tú puedes explicarme? No, le dije, no sé por qué lloramos.
Volví a la Ciudad de México. Entré a mi departamento y algo me hacía falta. Quise volver a Oaxaca en ese momento. Abrí La Montaña Mágica, e interminable, y leer me relajó.
Después de siete meses, por fin Hans Castorp, ya medio borracho, se ha decidido a hablarle a Clawdia, y ésta, con su encanto ruso, le reprocha su indecisión. Platican en francés de moral, filososfía, tuberculosis y tuberculosos, ríen en alemán y en ruso, se han adorado en silencio. Hans no está en sus cinco sentidos, ella sí. Él se toma a la ligera cuando ella, seria, le cuenta que se regresa a su tierra por un largo lapso de tiempo, unos seis meses. Hans ríe, disfruta el momento, hace bien, se bebe su piel, sostiene el suspenso de un beso, le maravilla, le adora. Al otro día sólo observa su partida. Pasa una semana y comienza a sufrir, parece que no le queda de otra más que mantenerse enfermo hasta su regreso, evitar a toda costa, ser dado de alta.

10/12/2006

Un domingo Andrei despertó con la imagen de un faro. Debía tomar una decisión, así que lo interpretó como esa necesidad de orientación que le contraía el estómago. Las decisiones son eslabones, pensó Andrei, son la cadena que nos ata al mundo. Un día antes le prestaron Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi. Curiosamente, una noche antes, le habían entrado ganas de hablar portugués. Así que el domingo en la mañana, después de pensar en ese faro, tomó el libro, que trata sobre un periodista en Lisboa, se aventó a la cama y no lo soltó hasta terminarlo. Quizá esperaba aprender una que otra palabra en portugués; aprendió mucho más, quizá. Al cerrarlo, no entendía cómo andaba tan campante por la vida sin haberlo leído. Todos debemos leer Sostiene Pereira, pensó Andrei al guardarlo, no importa cuando, bueno, sí importa cuando: lo antes posible. O al menos antes de que sea demasiado tarde, dijo en voz alta. Me gustaría saber qué opina Pereira de mi caso, pensaba Andrei mientras seguía al narrador, pero Pereira estaba tan inmerso en su propios problemas, que no fue sino hasta al final cuando le contestó, sostiene haberlo escuchado, Andrei, a Pereira, aconsejarle. Con la firme convicción de que su decisión era la correcta, Andrei se levantó de la cama, entonces, inspirado. Traía en la punta de la lengua un cuento y quiso aprovechar el momento para redactarlo. Parco, hosquedad, llanura: pensó Andrei al leer su cuento: como siempre que escribo emocionado. Revisó sus libros favoritos para inspirarse. Encontró a Vila-Matas y dijo: él tiene el talento para quitarme lo aburrido, o me parece tan noble como para copiarle, en todo caso, es en estos momentos, necesario, dijo. Abrió pues El Viento Ligero de Parma, que ya se ha convertido en su catálogo de trucos, y se detuvo un momento en un texto llamado Mastroianni-sur-mer, se detuvo en él porque Marcelo Mastorianni aparece en la portada de Sostiene Pereira, y porque a Andrei le gustan las coincidencias, así que lo leyó y, en el párrafo final, se quedó algo perplejo, decidió tomarlo como señal de Vila-Matas, de Mastroianni, de Tabucchi, es decir, como consejo:

“el faro lanzaba destellos intermitentes, la noche era apacible, casi tropical; pero yo llegaría en seguida a mi faro, lo sentía, estaba cerca, bastaba esperar que en la noche me mandase una señal de luz, no dejaría escapar esa ocasión, no atormentaría a mi vejez con reproches por no haber ido al faro”.