1/13/2005

No lamento las huestes dolidas del pasado.
Mi sangre,
ahora un encanto.
Las heridas,
un rastro inexacto.

Tu voz de lágrimas se embarra.
Esa forma de pasar aire por tu cara,
en sinfonía de pestañas
y brillo pupiloso,
se entrama y reclama las entrañas.

Acepto en conciencia.
No olvidar,
se recomienda,
absorber los espasmos alados,
y beber cada tormento.

Acepto extrañar las derrotas.
No intento justificar senderos.
Afronto,
mi camino se bifurca.
¿Es ingenuo pensar lo contrario?

Ahora es mi vida un dolor sin llanto,
un sol que brilla por ser tuyo.
Un paso que contempla
tu olfato,
que admira,
que pretende tus caricias,
de piel infinita
y mar
que no se cansa.

Acepto dejar las jaulas hastiadas,
de feroces llantos,
de fauces incólumes,
que devoran hipócritas, sin dientes.
Y por fin comprendo el silencio.

1 comentario:

Guillermo Vega Zaragoza dijo...

Hola Andrei:

Muy bueno tu blog. No lo había visitado. Gracias por incluir el mío en tus links. Cortesía retribuida desde ya.

Nos vemos y nos leemos.

Un abrazo.

Guillermo Vega Z.