12/13/2006

Oaxaca en silencio; el amanecer es más plástico e inspirador que nunca. La cacería está que arde; los ulisistas, cual perros, olfatean, persiguen, atrapan; cual perros, señalan sin juzgar, con odio, a diestra y siniestra: amordazan. Si estás en contra de Ulises, mejor conviene hablar en voz baja y con gente de confianza. Si estuviste en una barricada o les diste de comer: escóndete, o reza porque no tengan una fotografía tuya. Si marchaste: preocúpate. Si has matado a un reportero independiente, habitante del mundo: no te preocupes, eres libre. Si eres joven empleado del PRI y te infiltraste en la parte extrema de la APPO: ¡menos!: cumpliste tu misión al quemar edificios estratégicos, el gobierno te cubre. Si lo hiciste, quemaste, pero no eres infiltrado: verás a tus padres ir a verte a Nayarit o a Tamaulipas.
El antiulisismo sube. La conspiración es cada vez más efusiva. Los lazos: sonrisas a escondidas. Complicidad. ¿Sabes dónde está fulano? ¿Equis tiene orden de aprehensión? ¿Oiga doctora, y la doctora equis, escondida? Gente que ha tomado confianza en su conciencia. Gente honorable que no lo es sólo por hoy, por lo que dice, vándalos que no los son sólo por serlo.
El ulisismo, de por sí petulante, ahora se ufana: indigna. La estupidez crece y se contagia, sí: la estupidez crece y se contagia. La persecución se extralimita. Frustración colectiva: es insoportable que los corruptos triunfen. ¿Ya ven perros, qué pasa por estar en contra de los meros meros? ¿A ver? ¿Qué delito ha cometido Ulises, qué pueden comporbarle? Los lazos por conveniencia se fortalecen, aparentemente; qué pena me da esa gente.
Desaparecidos, escuchen: desaparecidas y desaparecidos. Señoras encarceladas. Niños golpeados; torturas; derechos humanos pasados por la entrepierna, mientras alguien se ríe. Policías y sus delitos, y su ley, y su impunidad. Un nuevo gobierno federal que confunde lucha con crimen, que le declara la guerra a la inconformidad, a la división casi natural; cuyo lindero entre el cumplimiento de sus leyes y el hoy extinto, se difumina.
Si Ulises permanece, será una señal muy clara. Esto se consume, nos consumimos. El freno parecía factible, parece. El combustible, es decir, el gobierno, parecía en crisis, sin embargo, en la antesala de las llamas, hoy lo sostienen amaparado en las leyes que son queroseno, en las instituciones, que son mecha; lo legitimizan, le otrogan la cabeza, que son un chingo de cabezas, le entregan la energía, la voluntad de un pueblo: al terco. Y parece, huele a que nos consumiremos. Sólo quedan ganas de escupirle al tiempo.

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