8/31/2006

Una vez más, fuera de mí. Hoy, desde el amanecer, sentí una necesidad extraña por opinar. Mañana es uno de septiembre del 2006. Como vivimos en el melodrama, no porque en esencia el mundo lo sea, sino porque el aire que respiramos lo despide, decía, mañana huele a conflicto. Las dos fuerzas se medirán. Depende del bando al que se pertenezca, mañana serán los bastardos o los tercos quienes triunfen. Quizá por eso el melodrama es tan redituable. Lo que se me viene a la mente, cínicamente, es una apuesta. ¿Sensiblería lo que lo impide? Sé hacia cuál lado me inclino, pues, por ejemplo, desde que tengo uso de razón, el presidente siempre ha sido espurio y, por poner otro ejemplo, según yo, siempre hemos estado en una república simulada; sin embargo, me siento afuera. Es decir, dudo, tanto de quienes se alarman y alegan que estar en contra de las instituciones es destruir al país, como de aquellos que ciegamente creen que este momento es la esperanza del pueblo. La liga se estira y nos entusiasma, pero sabemos, en el fondo, que la liga está hecha del mismo material, o moral. No dudo que mañana, como se ha dicho, sea un día histórico, la sinópsis depende de quien al final se proclame.

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