12/02/2004

Es bueno dormir. (fragmento)

De pronto, se asombró de la conducta que mostró la marabunta al sonrojarse una tenue luz clavada en el nicho. Pararon en seco las bestias y se miraron unas a otras, percibieron sus hedores, buscaron manchas en la piel y se hicieron muecas. Hablaban solas y él decidió observar.
Mientras, un río monstruoso, metálico, avanzaba desesperadamente enfrente, rugiendo y sacando nubes que apestaban a petróleo. Él se aterró del poder del nicho de luces.
Amarillo: el río amplio, enérgico, baja la velocidad y el empuje provoca una espuma de polvo y humo negro. El río emite gritos desgarradores, agudos.
Rojo: el río se detiene absolutamente y ruge, acecha al nicho y palpita esperando de nuevo el avance. Entonces, la marabunta de casimir retoma fuerza de altamar y con extraordinaria y peligrosa dinámica enviste su cauce hacia quién sabe dónde. Él, con gran voluntad, lo esquiva manteniéndose estático. Se mantiene observando.
Verde: después de segundos, el río reacciona, vuelve a emitir esos sonidos de dolor pero recupera la energía, la velocidad y el curso. Deja una estela gris que da la bienvenida a un nuevo río, aún más feroz.
Todo vuelve a repetirse. Amarillo rojo verde amarillo rojo verde amarillo rojo verde.
De súbito, él recordó que su mujer le había prometido una torta de tamal de mole negro y un atole de fresa a su regreso. Con mucho esfuerzo y resignación, se reincorporó a la marabunta, se transformó en una bestia más y lo supo, lo aceptó tragando saliva polvorienta.

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