12/31/2004

Bueno. Después de superar la congoja del tsunami asiático, dar vueltas y vueltas sobre mi cama, pensando en la insignificancia del ser humano y la trascendencia del mundo sobre todos nuestros proyectos, sueños y aspiraciones; he decidido no angustiarme más y estar contento porque hoy es año nuevo, día propicio para los buenos deseos y olvidar las penas y a toda la gente que muere de hambre, ya sea por desastres naturales o por, simplemente, suerte o modelos económicos desequilibrados. ¡Oh! Parece que otra vez comenzaba a exaltarme. No tomen en cuenta mi amargo sarcasmo y, en verdad, disfruten este día. Ojalá nos sirva para la reflexión acerca de lo que queremos de nuestras afortunadas vidas, claro, después de emborracharnos con la primera botella que se nos aparezca. ¡Paz y Novocaína para todas las almas justas!

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