10/15/2006

Ahora que fui a Oaxaca, además de sentir miedo en la noche, ver las barricadas resguardadas por mi plomero y el que le abre la puerta a mi hermano en el trabajo, por decir algo, escuchar a los helicópteros, los aviones de la marina, ver las paredes pintadas por taggers con conciencia social, escuchar cohetones y en la radio a señoras llenas de rabia reclamar contra el gobierno, a niños cantar trova uruguaya y a viejos pedir a Dios que los dejara ver un cambio real en este, así escuché, neoliberal infierno. Además de ver, aún así, o por eso, el azul eléctrico del cielo con más intensidad que nunca, oler los anafres lejanos y el pan de yema cercano, además de ver a mi primaria desolada y polvorienta, igual que cuando ahí estudiaba. Además de limar tontas asperesas con uno de mis mejores amigos, carcajearnos y casi volver al idealismo y luego no, además de escuchar cómo una pareja de treinta o más años de casados se conoció, además de escuchar a mi sobrina reír y hablar, comunicarse, además de hablar de libros y tomar cafés interminables con mi mamá. Además de todo eso, mientras recorría la ciudad con mi hermano, como pretexto para platicar a solas, en una de esas me preguntó: oye Andrei, el día de tu cumple, ¿te acuerdas que vimos La Vida Acuática con Steve Zissou?, es cómica, ¿no?, nos cagamos de la risa pero por qué cuando Bill Murray ve al tiburón jaguar, Andrei, ¿por qué lloramos?, no entiendo, ¿tú puedes explicarme? No, le dije, no sé por qué lloramos.
Volví a la Ciudad de México. Entré a mi departamento y algo me hacía falta. Quise volver a Oaxaca en ese momento. Abrí La Montaña Mágica, e interminable, y leer me relajó.
Después de siete meses, por fin Hans Castorp, ya medio borracho, se ha decidido a hablarle a Clawdia, y ésta, con su encanto ruso, le reprocha su indecisión. Platican en francés de moral, filososfía, tuberculosis y tuberculosos, ríen en alemán y en ruso, se han adorado en silencio. Hans no está en sus cinco sentidos, ella sí. Él se toma a la ligera cuando ella, seria, le cuenta que se regresa a su tierra por un largo lapso de tiempo, unos seis meses. Hans ríe, disfruta el momento, hace bien, se bebe su piel, sostiene el suspenso de un beso, le maravilla, le adora. Al otro día sólo observa su partida. Pasa una semana y comienza a sufrir, parece que no le queda de otra más que mantenerse enfermo hasta su regreso, evitar a toda costa, ser dado de alta.

3 comentarios:

Dekstller dijo...

Ok. Pero ..... por qué ???

el andrei dijo...

Pues porque está enamorado de Clawdia.

el andrei dijo...

ah, ya entendí hermano: tú dices ¿por qué lloramos? Buenos: mantente al tanto de postes posteriores en este espacio