3/20/2005

Ese olor de las peluquerías me invade. Comprendo que, inevitable e irracionalmente, los ciclos se repiten. Escucho una canción que hace años me produjo una sensación similar. El olor de las peluquerías que leí de niño me vuelve a saturar, vuelve a -le gusta- apoderarse de mi cuello, me muerde y con su aliento soporífero me susurra: una vez más, una vez más. Pienso, acomodo mis brazos atrás de mi cabeza, la levanto y bostezo; disfruto el olor, esa canción y, sí que, pienso: cuántas veces pasará. Dudo en si alegrarme o entristecerme por estar vivo, por experimetar la sensación. Me levanto del sillón, camino hacia la ventana -tan mencionada-, y una vez más el olor de las peluquerías, el olor, olores distintos que son el mismo, una y otra vez en mi olfato, en el transcurso. Decido sonreir. Decido justificar mi silencio por una dicha inexplicable, falsa pero encantadora, consistente pero ilusoria. Decido sonreir por el ciclo interminable. Ojalá nunca termine, pienso; siento.

No hay comentarios.: