9/15/2006

Despierto con una ligera cruda. Tengo que ir al trabajo. Ayer mientras platicaba, recordé que me gusta narrar en primera persona, en presente, por eso me gusta el blog, yo creo. Salgo de mi casa, cierro la puerta. Camino hacia división del norte, me cierro la chamarra y pienso: ¿hoy es el grito? Me ve el taxista y se detiene. Veo en su rostro una tenue borrachera y ganas de discutir, no lo puedo decepcionar; además traigo buen ánimo: hoy saldré temprano de la oficina. ¿Hoy es el grito, no, señor? Cóm, claro ques hoy, bueno, si dejan, ¿no? A qué se refiere, le digo. Pueseso, que ya ni dejan, ya ni dejan dar el grito. Veo por dónde va la discusión y decido darle un giro incisivo: oiga señor, ¿por qué le da usted tanta importancia al grito? Cóm, todos somos mexicanos, ¿tú no? Ah, pienso, ya me habla de tú el señor, el dolorcito en la cabeza me hace decir: a ver, y qué con que seamos mexicanos. Cóm, es nuestra independencia, sino aqui starían los españoles, no nos dejarían hablar, no podemos decidir, digo, no decisión, no nada. Ah caray, le digo, entonces la independencia es librarse de los españoles. Cóm, ps claro, staríamos esclavos, para servirles, a ellos. Sí claro, en ésta a la derecha, por favor, y luego derecho. ¿En ésta?, com no, joven. Me ve por el retrovisor y dice: ¿qué?, ¿entonces no va a dar el grito? Vuelve a hablarme de usted, este hombre tiene ganas de platicar. Híjole, le digo, yo creo que no, no lo siento, pero antes de que me diga algo, no lo siento no porque no sea mexicano, sino porque se me hace falso. ¿Cóm? Yo creo que nomás nos gusta la fiesta, es evidente que me incluyo, nomás nos gusta ver a la familia y chupar, yo creo. ¿Cóm? Voltea a verme el taxista, incrédulo, supongo que checa mi piel, mi acento, vuelve la vista al frente. ¿Quién realmente siente el grito?, le digo, ¿no cree usted que el país entero finje? No, joven, noes para tanto. Sí, le digo con saña, piénselo señor, conozco mucha gente que preferiría ser dependientes a otro país, o a una empresa trasnacional, nomás vea a la gente del norte, es más, señor, ¿qué es un país? Ps, nuestra tierra, me dice. Le contesto: la tierra, señor, no es el ente que nos gobierna, la tierra es distinta a un país, ese ente que nos junta, fíjese, podría cambiar tan facilmente. ¿Y las tradiciones? Bueno, hay pasíes que comparten tradiciones, esas son de los seres humanos, señor, el ente ese del que le hablo, y que podría cambiar tan facilmente, se aprovecha de esas tradiciones para aglomerar, precisamente, pero, ¿quién realmente es México?, pues sí, usted y yo, pero también somos el mundo y también somos este taxi. ¿Cóm? Mire, me podría sacar de la manga que en esta esquina, que por cierto tenemos que dar vuelta a la izquierda, nosotros celebramos las vueltas, creamos un lazo, somos una comunidad, ¿ah?, ¿ríe?, así me río yo del grito, y no es nada contra el cura Hidalgo, que ahora conozco mejor gracias a Magú, y que todos deberíamos conocer por Ibargüengoitia, no es nada contra esas personas amables, es contra la fantasía de unidad nacional, y de que pertenecmos a una tierra. Ij, ps, joven, como quiera, yo no creo que sea así. No lo cree porque le gusta su fantasía, le gusta saber que nada depende de usted, que lo abraza un país, que lo defenderá de las catástrofes, de las guerras, le gusta saber que no está solo en este mundo, que se parece a ese señor del periódico, se siente orgulloso de los mexicanos futbolistas en europa, se siente orgulloso de su gobierno, de su jaula mental. Ajk, tch, ¿qué trae contra nosotros? Nada, olvídelo, sólo que hoy amanecí irlandés o colombiano, no sé; y no crea que es malinchismo, no es que yo quisiera haber nacido en otra parte, es sólo que, bueno, usted entiende. No. Yo tampoco, pero no me gusta ser un producto determinado, no siento que por querer a mi tierra tengo que fingir algunos ritos. Ps, si lo veasí, ¿ésta?, ¿esen ésta verdad? Sí, le digo, es en ésta.

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