10/25/2005

Camina; siente ansia de cruzar la avenida, al menos, eso parece, se desespera por llegar a la esquina; se detiene, inhala, expulsa una tos agitada, muda, seca, quemada; agacha su rostro, piensa, y lo levanta; y corre y sus piernas pierden coherencia pero no equilibrio porque avanza y hasta con los brazos en el aire y a pesar de la mirada estrecha no tropieza; ve, para, se detiene; aspira y, de tanto aire que lo atraganta, percibe un aroma en suspenso, denso, uniforme, un aroma a no sé. Un aroma. ¿Quién sabe? Y en ese pensamiento, queda.

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