7/18/2005

Bebo café. Sonrío. Miro, al levantar una ceja incrédula, por la ventana. Vuelvo al hábito, y ya habito, acostumbrado, entre mis paredes. Acomplejo, que no complico, los enunciados tras razonamientos y tragos amargos. Se me ocurre salir, caminar. Intuición cuestionada: ¿hacia adelante se avanza?, ¿hacia dónde dije?
Cuál es el rumbo de todos, quienes ofuscados por el pensamiento, preferimos abrir el reposet y abrazar el destello de imágenes inconexas que nos hacen beber, sonreír, mirar; y provocan la necesidad de salir. Vuelvo al hábito.
Saco una rodilla por la ventana, aprieto mi nariz y me doblo una oreja; tal vez Swift levantaría la mano si me viera desde abajo. La gente camina sin saberlo, en conjunto, como especie: un mecanismo o instinto los conduce hacia certezas necesarias; inexplicables, ¿hacia dónde dije?
Imagino una lámpara oxidada; y la apago.

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