10/14/2005
Amo, aclaro, el pragmatismo que corrige lo espontáneo. Pero amo más, debo decir, la espontaneidad que corrige al pragmatismo.
(Deslindo a Braque de la frase anterior pues, creo, de haberme escuchado, me habría dado un sombrerazo de copa. Aunque, después de la primera guerra mundial, me llevaría a la antesala de la Bauhauss; yo, después de llorar por preferir a Klee que a Kandinsky, cedería. También existe la posibilidad, que es la que tú, que lees, piensas, de que Braque, o era Leger, fingiera no escucharme y seguir como si nada. O, también, puede ser que eso jamás ocurriera.)
También amo el ruido y el smog.
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