¡Ah! Me impresiona cómo en marzo la gente es tan gris, dije.
Compartimos, y disfrutamos un momento, el silencio de motor, la brisa tibia de radiador y el olor, rico, a gasolina.
Es imposible, pero imposible, que por razones cronológicas o zodiacales, los seres humanos cambiemos de color, dijo el otro.
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